Seis años después de estar trabajando en los ODS queremos apostar por focalizar los esfuerzos en un enfoque sectorial, para que el trabajo en conjunto sea la llave que desbloquee la transformación sistémica de la economía a nivel global y local
Hace unos días, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Gutérres, comparecía ante los líderes mundiales con un mensaje de alarma en el que afirmaba que el mundo “nunca ha estado más amenazado, o más dividido” y que “nos enfrentamos a la mayor cascada de crisis de nuestra vida”.
Unas palabras graves pronunciadas con motivo de la conmemoración del sexto aniversario de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el que, después de un año y medio de pandemia, no se encontraban grandes logros que celebrar. El mensaje que ha resonado es que sí sabemos que estamos ante la Agenda de la Humanidad, el marco compartido que ha conseguido la mayor movilización de la historia. Por primera vez, empresas, gobiernos y sociedad se comprometen con unos mismos Objetivos. Sin embargo, los esfuerzos hasta el momento no han resultado suficientes y los últimos análisis coinciden en que, de seguir al ritmo actual, no llegaremos a tiempo a las metas fijadas. Un mensaje que ya veníamos escuchando años atrás y por el que se proclamó esta década como la Década de la Acción que comenzó en 2020 marcada por la crisis sanitaria global, pero también por la aparición de iniciativas ambiciosas a favor de los ODS.
Pero, aunque soy consciente de la necesidad de remarcar la urgencia de la situación, creo que el riesgo de la década de acción no radica solo en la pandemia de la covid-19 o el cambio climático, sino también en caer en el pesimismo, dejar de actuar y rendirse. En quedarnos en la búsqueda de simpatías hacia el gran proyecto global, pero sin lograr centrar el tiro y pasar a la acción.
Nosotros nos encontramos con un clima favorable por parte del sector privado hacia la Agenda 2030. De manera general admiten ventajas económicas en una gestión afín al desarrollo sostenible. Pero su demanda actual es de directrices claras y pautas para pasar a la acción.
Nuestro mandato son las empresas. Y seis años después de estar trabajando en los ODS queremos apostar por focalizar los esfuerzos con un enfoque sectorial. Porque consideramos que, además de favorecer un movimiento mundial a favor de la Agenda 2030, buscar la especialización favorecerá encontrar claves concretas de acción, algo fundamental para incentivar la transformación real.
Y nos hemos fijado en diez sectores principales de nuestra economía. Porque creemos que desde un prisma sectorial se puede aprovechar mejor el poder multiplicador de las alianzas por encima de los enfoques individuales. Queremos apostar por que el trabajo en conjunto de cada sector sea la llave que desbloquee la transformación sistémica de la economía a nivel global y local.
Dentro de nuestras fronteras estamos en un buen momento para aplicar hojas de ruta sectoriales, en las que se contemplan los retos y oportunidades compartidas. Los planes de recuperación, así como los retos país de la Estrategia de Desarrollo Sostenible 2030 son una oportunidad para ello. Creemos también que el enfoque sectorial favorece el liderazgo empresarial. Las compañías de un mismo sector comparten procedimientos, tecnologías, actividades, proveedores y consumidores. Aprovechando estas sinergias, empresas de un sector determinado pueden hacer una contribución decisiva al mundo que todos y todas queremos.
En concreto nos hemos centrado en los sectores de comercio y distribución, construcción e ingeniería civil, industria, agroalimentario, servicios profesionales, turismo, farmacéutico y sanitario, servicios financieros de banca y seguros, telecomunicaciones y nuevas tecnologías y utilidades y energía. Entre otras interesantes conclusiones, hemos conocido que son estos cuatro últimos los que tienen un mayor conocimiento de la Agenda 2030 y también entre los que se encuentran un porcentaje mayor de empresas que identifica los ODS prioritarios. Por su parte, el sector de comercio y distribución es el que muestra un menor nivel de conocimiento de este marco de Naciones Unidas.
Los sectores de telecomunicaciones, nuevas tecnologías, utilidades y energía son los que tienen un mayor conocimiento de la Agenda 2030.
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