El mundo moderno cambia de manera vertiginosa y los mercados laborales deben adaptarse para ser atractivos para la inversión productiva. La diversidad de contratos de trabajo, flexibilidad y formación pertinente permiten ganar productividad, factor clave para el crecimiento económico.
Por Martín Padulla para staffingamericalatina
¿Qué es hoy el trabajo? ¿Es lo mismo para los jóvenes que para quienes están terminando sus carreras laborales? ¿De qué hablan cuando hablan de trabajo quienes representan a los empleadores? ¿Y los que representan a los trabajadores? ¿Los gobiernos a qué se refieren cuando desarrollan políticas vinculadas con el trabajo? ¿Se revisan los parámetros de representatividad?
Hace unos días mantuve una conversación con un joven profesional en Argentina que desarrolla su carrera de manera independiente. Se definió como un autoempleado. Cuando le pregunté quien lo representaba, su respuesta fue: “yo”. Hace un mes conversé con un joven emprendedor chileno, me dijo que su objetivo era cambiar el Mundo y trabaja en una cruzada que implica un negocio sostenible de alto impacto ambiental que por ahora es local pero que según él…será global.
Los jóvenes se mueven en plataformas colaborativas y toman decisiones a partir de recomendaciones basadas en ponderaciones realizadas por sus pares. Son escépticos con los formatos actuales de representatividad. Cuestionan los formatos pedagógicos tradicionales porque tienen acceso a conocimiento de manera inmediata y sin intermediarios. Muchos son conscientes de que tienen al alcance de su mano la formación permanente que los hará competitivos. Otros no y necesitan asistencia para poder visualizarlo.
Según el último informe de la Organización Iberoamericana de la Juventud (OIJ), en América Latina hay más de 157 millones de millennials, lo que comprende alrededor del 26% de la población total. Para el 2020 los millennials serán el 50% de la fuerza laboral mundial y cinco años después el 75%. Hoy la tasa de desempleo de los jóvenes triplica a la de los adultos.
Quienes hacen políticas públicas ¿saben que el 65% de los puestos de trabajo del 2025 todavía no han sido creados? ¿Estamos trabajando para crear los puestos de trabajo del futuro?
Lo que sabemos con certeza es que esos puestos serán interdisciplinarios y que necesitamos formar jóvenes con capacidades para adaptarse a ese entorno que todavía no fue creado. Otra cosa que sabemos porque ha sido comprobada empíricamente por diversos estudios es que el desarrollo de capital humano tiene relación directa con el aumento de productividad y que esté tiene impacto directo en el crecimiento económico. Sabemos también que los mercados laborales con mayor desarrollo muestran gran diversidad de modalidades formales de trabajo. Son mercados en los que los marcos regulatorios van cambiando y encontrando formas adecuadas para atender las necesidades de los ciudadanos. Staffing Industry Analysts ha graficado los ecosistemas sólidos de soluciones para la fuerza laboral con empresas que proveen distintos tipos de servicios especializados.
América Latina muestra una realidad en la que están disociados los marcos regulatorios de las realidades del trabajo, la rigidez normativa no se ajusta a las necesidades de las empresas ni a los deseos de los trabajadores y las herramientas para fortalecer a los jóvenes son insuficientes: el resultado muestra altas tasas de informalidad, brechas entre competencias ofrecidas vs requeridas, exclusión, alto desempleo juvenil y alarmante número de NINIs.
Mientras en el hemisferio norte existe poca cantidad de talento aquí el problema es cualitativo. Si lo resolvemos, la cantidad no será nuestro impedimento para el desarrollo. En paralelo es necesario adecuar la norma a la realidad. Trabajar sobre estas dos variables nos acerca a un futuro del trabajo que puede incluirnos de manera protagónica. Tal como planteamos en una columna anterior, el capital seguirá al talento y no a la inversa como ocurrió durante el tiempo de nuestros abuelos y padres.
Es necesario dejar atrás de una buena vez ese modelo de trabajo basado en el fordismo y empezar a prestarle más atención a las nuevas formas de trabajo como uberisación, human cloud, auto-empleo y su evolución que es el emprendedorismo. Todas son respuestas ajustadas a las necesidades de los jóvenes.
La tecnología y la digitalización ya han atravesado los mercados laborales. Estamos ante la generación más numerosa que haya ingresado jamás al mercado laboral. Para esta generación digital, los dispositivos móviles no fueron un avance tecnológico, fue algo dado, una parte de la realidad. Esto implica un replanteo radical en las metodologías de aprendizaje y en el diseño de las prácticas profesionales o sistemas para aprendices. Educación y Trabajo deben adaptarse y fundamentalmente interrelacionarse.
Tal como plantea GAN4Youth los países con altas tasas de jóvenes aprendices con respecto al total de población empleada – como Suiza, Austria y Alemania – muestran que el desempleo juvenil es notablemente menor. Los programas de preparación laboral incluyen formación de aprendices, practicantes, pasantes, o internos y son fundamentales para crear trabajos para los jóvenes y competencias para las empresas porque aseguran que la formación coincida con las necesidades de las empresas e industrias; vincula el aula con la formación laboral para que los jóvenes adquieran habilidades relevantes; provee a los jóvenes de habilidades críticas como solución de problemas, trabajo en equipo y comunicación y además ofrece a los jóvenes una fuente de ingreso mientras los prepara para el mercado laboral. Formación, trabajo e inclusión. La formación dual alemana acaso sea el caso paradigmático. Los casos de éxito de Holanda, Francia, Reino Unido y la misma Alemania de articulación entre servicios públicos y privados de empleo también muestran resultados interesantes.
Estos sistemas son imprescindibles para ayudar a los jóvenes a sobrepasar el obstáculo de no tener ninguna experiencia laboral, una barrera que impide a muchos egresados asegurar su primer trabajo. En muchos casos se combinan con herramientas para fortalecer la capacidad emprendedora.
Los mercados laborales más modernos se caracterizan por el incremento de fuerza laboral dispersa y diversa y el crecimiento de horarios de trabajo flexibles. Las empresas ya no ofrecen la seguridad de un trabajo para toda la vida y las personas quieren mayor libertad para poder elegir trabajar según la forma como viven. En esos mercados, los ámbitos de trabajo están cambiando (en algunos sectores ya cambiaron radicalmente) y los beneficios sociales se tornan portables para proteger a los trabajadores más allá del status que tengan como trabajadores formales. Los beneficios no están atados a una organización. Los empleadores están enfocados en estos mercados en atraer y retener a los talentos a través de una oferta diversa de contratos para una fuerza laboral extendida. Son mercados que buscan innovar porque entienden que los países que invierten en innovación muestran mayor productividad.
América Latina debe dar muchos pasos para modernizar sus mercados laborales. Según un estudio elaborado por el Banco de Desarrollo de América Latina, sólo un 43% de sus empresas capacita a su gente. Entre las que formalmente capacitan, sólo un 58,5% de sus trabajadores reciben capacitación. La razón principal es el costo; la segunda razón más mencionada es el riesgo a que los trabajadores se vayan. Paradójico esto último. Parece un mal aprendizaje de ese modelo fordista que necesitamos dejar atrás. Se le atribuye a Henry Ford la siguiente cita: “Sólo hay algo peor que formar a sus empleados y que se vayan…no formarlos y que se queden”
¿Cuáles son las competencias más escasas en la región según los empleadores? Idiomas, pensamiento científico-tecnológico, matemáticas, competencias digitales, autonomía (aprender a emprender) y competencias sociales. No sólo formación técnica, también habilidades blandas.
¿Existen instancias de formación para el trabajo en todos los países? En algunos son insuficientes, en otros existen instituciones de madurez intermedia y en los menos, organizaciones con historia como SENAI en Brasil creada en la década del 40, SENA en Colombia en la década del 50 o SENCE en Chile en la década del 70 del siglo pasado.
¿Cuál es el denominador común cuando se analiza el déficit? La pertinencia. En aquellos países en los que existen instituciones fuertes, sistemas de crédito fiscal para que el costo no sea un tema y una cultura propicia para formar, todavía existen déficits de pertinencia por formar competencias no basadas en la demanda. Es necesario hacer un trabajo proactivo, relevando la demanda futura. Obviamente es imprescindible investigarla y conocerla.
En materia de Innovación, es fundamental invertir y fomentar la disrupción para cerrar la brecha de productividad que tenemos con los países más desarrollados del Mundo. Los avances en este sentido tienen relación directa con el crecimiento económico y fundamentalmente con la distribución de los “nuevos” trabajos. En la economía del conocimiento esto implica muchos puestos de trabajo.
En el lanzamiento de GAN4Youth Colombia, el Director Regional de OIT José María Salazar Xirinachis planteó seis áreas para resolver el déficit de competencias:
- Enfocarse en las competencias del siglo XXI
- Mejorar la cobertura, calidad y pertinencia de la educación
- Modernizar los modelos de formación profesional
- Estrechar la cooperación público privada y fortalecer la acción proactiva del sector privado
- Alinear los sistemas de educación y formación con políticas de desarrollo productivo
- Reconocer y promover el emprendedorismo como competencia
El futuro del trabajo ya está entre nosotros. Si logramos unir Educación, Trabajo y Emprendedorismo con marcos normativos modernos, estamos en condiciones de cambiar la historia.
No parece una utopia.
Fuente: staffingamericalatina.com