Desde la economía a la salud o la educación, la pandemia profundizó transformaciones que venían en proceso. En todas es protagonista la tecnología. Y, afirman los expertos, sus efectos son irreversibles.
Estamos sentados en la platea. Proyectan “la realidad”. No toda sino la de los últimos meses, desde el inicio de la pandemia de coronavirus. A la salida, charla va, charla viene, notamos que vimos películas distintas.
Para unos fueron escenas desesperantes: la desigualdad y la pobreza, aceleradas y en ebullición. Hospitales explotados de enfermos, millones de despedidos, industrias paradas, chicos no educados, jóvenes encerrados, ancianos deprimidos, geriátricos en rojo. Y los muertos.
Para otros, el filme resumió el empuje de la humanidad: escenas de cofradía y del «Estado presente». Lazos comunitarios engrosados, un avance científico inédito en la historia, la tecnología y la informática en su mayor esplendor. Todo enmarcado por las bondades del mundo virtual, la matriz que nos cobija e integra. La que achica distancias y burla el encierro.
El coronavirus está cambiando nuestras vidas. No de la mano de fenómenos novedosos sino a través de cambios que ya acontecían entre nosotros, pero que ahora aceleraron su ritmo. Varios expertos consultados por Clarín analizan cómo. Y sentencian: los efectos son irreversibles.
Qué transformaciones está empujando el coronavirus en la economía, las finanzas y el empleo son preguntas irritantes: señalan lo que a las claras todos padecemos. Y “todos” es el 89% de los latinoamericanos que vieron sus ingresos trastocados por la pandemia, según los datos del “Barómetro Covid-19” de Kantar.
Mariana Luzzi es socióloga, investigadora del Conicet y docente de “Problemas socioeconómicos contemporáneos” en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Acaba de publicar “El dólar, historia de una moneda argentina (1930-2019)”. Clarín la contactó en busca de algún paralelismo con otro momento de la historia en que los cambios en la economía hayan sido semejantes.
“¿Las revoluciones industriales? No, no me parecen comparables a la pandemia. En todo caso el coronavirus sería como las grandes crisis económicas, la de 2001 o la de 1989, por la combinación de efectos económicos de alto impacto en la vida cotidiana. En este momento no solo cayó mucho la actividad y creció el desempleo sino que, de un día para el otro, cambió cómo compramos todo y cómo accedemos al dinero. Es lo más parecido a un desastre climático: un mega tornado que generó un estado de shock”.
En la cuarentena, las billeteras virtuales cobraron relevancia. Pero Luzzi resaltó que «cuando uno mira el mapa de la Argentina, cómo se distribuye el acceso a los servicios bancarios, cajeros por ejemplo, las desigualdades en el país son inmensas. Estas cuestiones ya se veían, pero la pandemia dejó al desnudo las consecuencias múltiples del acceso inequitativo a esos servicios”.
Al mismo tiempo se volvió evidente “cuánto pesa el efectivo en las transacciones cotidianas: gente que tiene tarjetas, pero usa efectivo por costumbre o porque no hay posnet donde compra. El sistema está poco bancarizado, aunque claramente en estos días las transacciones con tarjeta y pagos electrónicos crecieron muchísimo. Ya pasaba, pero la coyuntura hizo que se instalara”.
Y así como tras la crisis de 2001, “muchos empezaron a usar la tarjeta de débito porque no tenía restricciones en los pagos y por la devolución del 5% del IVA, de este contexto se puede esperar algo similar: un salto hacia una profundización mayor de la bancarización”.
Hablando de dinero, Gustavo Sambucetti, director institucional de la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE), recordó la importancia del e-commerce en la formalización de la economía (el 92% de las compras online se pagan con tarjetas). Además, explicó que los cambios comerciales por la crisis sanitaria se dan a ambos lados del mostrador.
«Hay consumidores que ya compraban online y ahora se lanzan a más rubros, y hay otros que nunca se habían animado y lo están haciendo, obligados por la cuarentena. En las primeras semanas vimos un crecimiento del 300% en supermercados y del 60% en farmacias”, detalló.
De lado de la oferta, la caída del consumo es indiscutible, con cientos de industrias paradas. Pero hay matices por sector: “En un contexto difícil para todos, algunas empresas se volcaron de lleno al comercio electrónico y les está yendo mejor que antes. Hasta ahora les representaba algo tibio, menos del 15% de sus ventas. Pero está cambiando. Hablando con gerentes de e-commerce de compañías grandes me dicen ‘De repente me convertí en la persona más importante de mi empresa y están escuchando mi plan de negocios‘”.
“Por el ahorro de tiempo, de energía y el bajo riesgo sanitario de las compras online”, el director de la CACE aseguró que «este crecimiento es un punto de inflexión en una industria que ya venía creciendo (con una facturación, en 2019, de 404.000 millones de pesos y 146 millones de productos comercializados). Ya en la prepandemia veíamos una adopción del online para categorías más cotidianas, aparte de comprarte la tele… Esto va a generar una profundización de esa tendencia”.
Los desafíos no son menores: “La parte física del comercio electrónico tendrá que haber cambios. A muchos esto los agarró desprevenidos. Las empresas de logística no estaban preparadas… no tienen la infraestructura para absorber un volumen de ventas tan alto”, admitió. El afianzamiento del sector también exigirá, subrayó, una regulación acorde, “sin grises irresueltos respecto del personal de logística, como los repartidores de Glovo, Rappi o PedidosYa. La postura de la Cámara es ayudar a que realicen el servicio en un marco regulatorio acordado”.